lunes, 6 de mayo de 2019

EL CARRASCAL DE MONEGRO
Y LA ROSA PEONÍA

No hay ni en monte ni en llano
de este pueblo tan riojano,
carrascal como Monegro
que con su leña fue un logro
tener al hogar ufano.

En el carrascal nació ella,
y si no fuese más bella
no fuera tierra bendita,
y lo es porque la habita
la “Peonía”, la -flor maldita-.

Flor silvestre más lozana
nace en la sierra riojana,
es muy poca vividora,
pero al nacer enamora
a la dama más galana.

Hermoso monte de antaño
de calientes vanidades,
hay carrascas no castaños
que dan calor sin engaños
y muchas tranquilidades.

          Vimos a las cargas bajar
          por camino serpenteante,
        entusiasmados por llegar
          al hogar donde su amante
          le espera para descargar...,

           la leña, que en un instante
        comenzará a acalorar
        a la estancia más ferviente
        de nuestro bendito hogar
cambiándole su semblante.

Robusto monte de encinas
con cantos de golondrinas
donde se encuentra la paz,
canta el cuco y las pardinas
y la paloma torcaz;

¿Qué raro que los favores
suplique yo del destino,
si tengo ese mal de amores
por la reina de las flores
de un Carrascal tan divino?

Ese monte desde lejos
parece un poco ceñudo,
y entre sus quebrados viejos
tuvo algún hijo talludo
que dio muy buenos consejos,

y fue el guarda de ese monte
quien cuidó con justicia fiel
a su natura viviente,
el guarda se llamó, Manuel,
y el mejor defensor fue él.

Y se que a esas estancias
van también los cazadores
a celebrar sus cacerías,
hacer leña leñadores
y el pastor sus ganaderías;

y para mí es un gran dolor
que en ese paraje de paz
den contigo ¡hermosa flor!
un cazador ineficaz
o el caprichoso chupaflor;

que en la montaña adorada
descubrirán bellas flores
alguna muy delicada…
¡ Y esta rosa colorada
no son para predadores!

Cuan sólo el galante fino
que frente al cielo se rinde,
con tu garbo matutino
merece ir con R. Lalinde
por el Carrascal divino.

¡Qué buena lumbre me dieras!
¡Hogar caliente tuvieras,
si del Monegro feraz
toda la leña trajeras
y yo fuera el montaraz!

Pues yo tengo prometido
ser hombre comprometido
y un capataz muy cabal
como el mejor que ha pisado
en Monegro el Carrascal.

Con este mulo tan brioso,
que no al trabajo se rinde
con su trote tan vistoso,
atenderé primoroso
Monegro de linde a linde;

y ni en los montes cercanos
han de citarse destinos
los atrevidos pastores,
los furtivos cazadores,
ni leñadores malignos.

Familias que viejo me veis,
amigos que me conocéis,
personas que me estimáis,
todos los que me respetáis
y todos los que me envidiáis,

¡Suplicar en justa porfía
si me confiará el destino
el agrado de guardería
en aquella montaracía
de un Carrascal tan Divino!

                                       

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