IDILIO
Al
borde del río tendido
un
labrador a sus solas,
interpretaba
a las olas
burlándose
de Cupido:
no
ambiciones padre traidor
que
ante ti doble rodilla,
mi
fortuna es mi mulilla
mi
felicidad el amor.
Cuando
algún incauto otra vez
quiere
entrar en mi red, digo:
tú
gustas estar conmigo
en
el Alhama alguna vez:
Pero
no esperes ser traidor
ni
vasallo en esta orilla;
mi
tesoro es mi mulilla,
mi
felicidad el amor.
Vi
de una mujer ingrata
al
amante, ¡pobre pillo!
Y
no vi ningún mulillo
que
la tierra me combata:
¿y
me dedicarás, traidor
una
ley de pacotilla?
Mi
tesoro es mi mulilla,
mi
felicidad el amor.
La
hermosa María en tanto
por
el vericueto venía,
y
escuchó como repetía
el
labrador en su canto:
¡jamás
gobernarás traidor
en
mi libertad sencilla!
Mi
tesoro es mi mulilla,
mi
felicidad el amor.
Entonces
María le mira,
y
con su alma le penetra:
él
le repite su letra,
y
en vez de trovar espira.
Adiós
rústico agricultor,
ya
no queda en esta orilla
mas
que vasallos del amor.
Dulce
poseedora de mi corazón,
yo
nunca te entrego mi dulce pasión,
mis
ansias, y el frío silencio devora,
dirán
al morirme, mi alma te adora…
Logroño,
30 de junio de 2019
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