martes, 17 de noviembre de 2020

 




MI PUEBLO


Lo sueño, lo entresueño y lo medito,

sólo me queda el recuerdo y lo escrito.


Faltan los ojos puros de la juventud,

faltan los pies pequeños y su inquietud.


La calle larga, las tierras pardas.

La plaza chica el frontón y sus jugadas...


La casa de la parra prodigiosa

de racimos que acosa la mantis-religiosa…,


como otras casas que no se habitan

porque sus dueños se fueron a otras citas …


Pasaban las muchachas misteriosas
con sus madres
a misa, luego…, a sus cosas...


Templos sin gente, no hay nadie…, vacíos,

sólo queda lo que fueron de sus desafíos…,


sus misas y rosarios, sus bautizos y bodas,

sus comuniones y rezos, plegarias…, todas…,


sus campanas repicando y volteando,

su ir y venir de monaguillos cantando…,


de todo ello poco o nada ha quedado,

si a caso un pensamiento muy recordado…


El pastor monte arriba con su mesnada,

el labrador labrando con su yeguada…,


La fuente y las mujeres con sus risas y cantos,

      el pilón y los mulos con sus rebuznos y saltos…


todos los habitantes a su labor diaria dada,

ahora, toda la población enterrada…


Es inevitable llevarlo tan adentro,

adentro, adentro, demasiado adentro…


Nuestro mundo estaba en las calles silenciosas,

en las cuatro esquinas de las calles misteriosas…


Se aglomeraban, hablaban y reían felices,

a la sombra o al sol con sus arrugas y cicatrices…


Con la paz del domingo en la mirada

y eternos momentos de evasión en sus moradas...


A lo mejor mi pueblo es todo poesía,

o un pueblo que sólo existió en mi fantasía...



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