domingo, 1 de noviembre de 2020

 

LA VIEJA ERMITA DEL PRADO


Se marcha el sol a dormir por la sierra de Alcarama,

pintando los arreboles colores rojos y granas.

Las calandrias y jilgueros a sus nidos vuelan raudas,

lanzan sus cantos al viento con sus lánguidas piadas.


Desde esta montaña altiva donde se paran las águilas,

hoy te contemplan mis ojos, vieja ermita solitaria,

como nido de calandria escondido entre tomazas

en el campo donde viven entre romeros y ulagas...


Morada de mis mayores, vergel de aromáticas plantas;

escucha de este poeta los versos de la esperanza.

Yo fui un ave presumida que sin nido me encontraba,

de piedra en piedra volaba siempre errante y holgazana.


Pero un día allí a lo lejos, vi tus frondas sosegadas,

desde entonces fueron ellas, paz y remanso de mi alma.

¡Oh! qué alegrías mas dulces a mi ánimo llegaban,

la alegría de tu rostro y el cantar de tu fontana...


Virgen del Prado querida, rosa blanca perfumada:

contigo pasé mil horas, ¡qué cortas fueron, que gratas!

Conservo muchos recuerdos en el fondo de mi alma,

de jóvenes alocados cuando íbamos a tu casa;


aquí fuimos muy felices, y nuestro corazón nadaba

en un mundo de aventuras de paz y de bienandanzas.

Mas llegó aquel instante de dejar nuestra morada

y marchar a otros lugares, a otras regiones más altas.


Hoy vengo a verte de nuevo, vieja ermita solitaria,

a esta montaña altiva donde se paran las águilas,

donde los céfiros cantan entre cuerdas de guitarras,

donde mis ansias arrancan los suspiros de mi alma...


Escucha el ritmo alegre de la voz de este poeta,

versos de alegres recuerdos escritos con pluma blanca.



Inestrillas, 4 de mayo de 2020



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