jueves, 11 de marzo de 2021

 

ÉGLOGA (la fuente y el caminante)


La fuente del Prado siempre brotando,

el manantial canta a su rítmico chorreo,

que en verano sacia al hombre blando.


¡Como las claras aguas veo presente

viéndolas en mi memoria de aquel día

en que mi alma tiembla y arder presiente!


En vuestra transparencia vi mi alegría

os vi oscureceros toda y enturbiarse;

cuando os recobré sabía me acogería.


El dulce susurrar de este sonido,

los árboles por el viento movidos,

y el hermoso pastizal florecido.


Podría volver enfermo y descontento

cualquier zagal del lugar jovial y sano;

yo solo con bien morir me contento.


¿Cómo puedo rezar si triste lloro

y convertir tan satisfecha vida

en pobreza con todo mi tesoro?


Quisiera mudarme y a la despedida

dejar parte de la ofensa y el daño

que a mis entrañas tiene consumida.


¡Cuerpo agotado…, qué terco es el dolor

que nos cansa, desfallece y enflaquece!

¡Ay, si yo pudiera tener ese valor!


Hay quien guardando el bien, jamás se ofrece,

quizá es que el sueño le dará durmiendo

cierta dicha que luego el aborrece .


        ¡O fuente, tú que nuestra sed saciaste!

        ¡O fuente, tú que nos diste vida y fe!

       ¡No dejes que tu germinar se agote…!




             Logroño, 1 de enero de 2021


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