miércoles, 8 de marzo de 2023

 MI PUEBLO SE MUERE... Viendo a mi mujer regar las flores me ha llegado al pensamiento aquellos días lejanos del pueblo en el que a primera hora de la mañana las mujeres regaban y limpiaban de hojas secas y amarillas las flores tristes ya marchitas de las clavellinas y geranios de ventanas y balcones, recuerdos que te hacen pensar porque según cortaban las hojas y flores estas las dejaban caer a la calle, luego, con garbo y salero, escoba y terrero, las hojas y flores iban recogiendo al mismo tiempo que la calle iban barriendo. No había balcón o ventana que no tuvieran macetas, pensiles o tiestos floridos luciendo con gracia y color a raudales, y cuando las mujeres por su ventana la cara al sol asomaban parecían mariposas que entre las macetas a las flores libaban. Dulces recuerdos de tiernas mañanas. Añoranzas de épocas ya pasadas, pues os digo que en mi pueblo, ya no quedan flores en las ventanas y apenas quedan almas, mi pueblo se muere y nadie hace nada. Y voy recordando al paso que voy escribiendo, aquellos veranos de hoces y rastrojos que en mis piernas desnudas aún voy sintiendo, y el grillar de los grillos, el croar de las ranas el ulular de la lechuza o del búho y el brillo refulgente de la luciérnaga en aquellas noches calurosas de verano. ¡Qué lejos ha quedado todo! Aquella pasión obligada de recoger para el invierno, invierno que podía ser largo, muy largo y muy frío, inviernos de recogimiento, de reflexiones, de cuentos y anécdotas, inviernos duros del Valle del Alhama. Los recuerdos son muchos y amenos todos están llenos de ternura, de amor y dulzura; benditos años en los que hombres y mujeres estaban unidos en un afán común, en la unión y conservación de la supervivencia del pueblo. ¡ Y vuelvo a decir, hoy mi pueblo se muere! En este extraño año de 2023, hemos dejado la peste del “Coronavirus o Covil 19” que nos ha dejado diezmados recordando aquella peste del lejana de 1599 y la del no tan lejano 1885 aunque no las hallamos vivido, tristes recuerdos…, todo llega y todo pasa, lo malo es cuando esta se repite. En esos días pasados de encerramiento y cuarentenas, recordamos el desenfreno con el que hemos vivido estos años atrás, todo era poco, todo eran quejas y todo era querer más y más; más sueldo, más libertad, más playa, más droga, más alcohol, más sexo, más juerga y menos trabajo, más de todo eso…, y menos de otras cosas. Hoy, aunque esté presente en mi intelecto las quejas de la gente, veo, oigo y observo la preocupación por una guerra, un terremoto, unas catástrofes no se donde, y una subida imparable de precios al consumo, subida de precios de todo lo habido y por haber, y digo yo…, ¿Tendrá que ser así? Mi abuelo hubiera dicho…, ¡Tenemos un plan como unas hostias! En fin, esperemos salir pronto de esta situación incierta porque si tardamos…, que Dios nos coja confesados. Amen. Ricardo Lalinde López

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