martes, 7 de junio de 2011

REFLEXIONES DE UN POETA

  Las horas caminan entre poesías, mil juegos de palabras entre verso y verso..., mil juegos de raras frases y de ojeadas, mil pensamientos esperando que me conduzcan a algún lugar..., perdido estoy en un mar de decisiones que me hacen pensar..., sigo arduo en mi camino lleno de tecnicismos, hasta quedar prendidos en el más justo lugar.

  Elimino imperfecciones y comienzo a perfilar..., lágrimas, sonrisas, besos y miradas de bondad..., mientras pasa la noche y me hago un poco viejo más..., me apetecen sueños de alegría, de amor y de solemnidad..., hoy me pierdo en mi cerebro y no sé como explorarlo ni cómo mi tiempo ocupar..., me pierdo entre la vaguedad de mi cuerpo, entre el cansancio y la soledad, entre los pasos sobre letras que avanzan en mi sosiego y me hacen meditar..., siento la profunda necesidad de escribir y contar toda mi verdad.

  Para mí esto es un reto..., vivo ajeno a toda ésta sociedad virtual, vivo escondido de ésta nueva sociedad normal, pretendo que me entiendan, pero si no es así lo siento. Tal vez deba admitir que la escritura es un recurso para escapar, o para conocerme un poco más..., a veces creo que es mi forma de comunicarme con otras personas que están más distantes o quizás más allá...
  O a lo mejor no tenga nada que contar, o que nunca lo he tenido y resulta que la escritura toma un valor secundario..., a lo mejor la soledad ya no me aterre y comprenda un poco más lo que nunca me supieron enseñar... O tal vez sea un lobo solitario entre la extensa estepa y el campo de batalla al que nunca me imaginé que tuviera que ir a luchar.

  No teman, mi comprensión es soportable, mi capacidad racional es lo suficientemente normal como para continuar, nunca me rendiré, tal vez me quede en forma de resistencia, hasta la próxima vez que me dé un ataque de debilidad..., a lo mejor todo es mentira y yo ni siquiera existo. 


1 comentario:

  1. Decía Oscar Wilde que "para escribir sólo hay que tener algo que decir"... y necesitar decirlo, añadiría.

    Pero a mí me gusta la respuesta a "¿por qué escribes?" que una vez dio Arturo Pérez-Reverte en una entrevista. Contaba una historia personal.

    Su profesión, durante muchos años, había sido la de reportero de guerra, lo que le había hecho contemplar todo tipo de crímenes, pues la capacidad del hombre para el horror y la ignominia no parece tener límite. Esos años de enloquecido deambular, visitando sin descanso países destruidos por la ambición y la locura, le habían quitado literalmente la capacidad de sentir.

    Por eso escribía, por eso se había hecho novelista, para que esos sentimientos perdidos volvieran a él a través de sus historias y sus personajes. No aspiraba a nada más. Tampoco que lo hicieran sus lectores. Le bastaba con renovar a través de sus libros esos vínculos elementales con la vida, que volvieran a permitirle conmoverse ante la fragilidad o la belleza, o sentir compasión por los más desfavorecidos.

    En definitiva, como el protagonista del cuento "Juan sin miedo", escribía para recuperar la capacidad de temblar.

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