miércoles, 28 de diciembre de 2011

¿A QUIÉN MOLESTAN LAS CAMPANAS?

Hay personas a las que molestan, las odian, las denuncian y las quieren enmudecer.
  Antes, a nadie molestaban sus sones. Eran los antiguos medios de comunicación en las aldeas. Ellas tocaban a rebato y avisaban de catástrofes, incendios... y las gentes, en solidaridad, corrían en ayuda a apagar. Ellas, con sus sones tristes de dolor, anunciaban las defunciones. Ellas, jubilosas, dando locas vueltas de alegría, llamaban a las fiestas, acompañaban a procesiones... Recientemente, ellas todas las de Logroño) conjuntadas a las 11 horas y 7 minutos, anunciaron la llegada de Su Santidad el Papa, justo cuando pisaba tierra de España.
  Hay cantidad de ruidos peores que, soportándolos, no provocan quejas, como el de las motos locas, el confuso retumbante de camionazos, pitidos, bocinazos, cercanos petardos, cantares nocturnos de borrachería, todos ellos roban el sueño, mientras las campanas, colgadas, silenciosas, de noche duermen.
  Fui testigo del nacimiento de las campanas de la iglesia de la Natividad de Inestrillas, junto al río Alhama; la Mayor con el nombre de D. Liberato Blanco, y la Menor con el nombre de D. Eugenio López, el primero cura párroco, y el segundo alcalde de Inestrillas.
  La delicadeza y sensibilidad de la poetisa gallega Rosalía de Castro les canta así:  "Si por siempre enmudecieran,/ ¡qué tristeza en el aire y en el cielo!/ ¡qué silencio en las iglesias!/ ¡qué estrañeza entre los muertos!!".
  Pero pretender comparar la sensibilidad de Rosalía con los que  ahora pretenden enmudecerlas, es también mucho pretender.

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