miércoles, 22 de noviembre de 2017

                DÍAS DE FIEBRE (elegías)

                     I
Cuando se repliega en si misma el alma
con profundo dolor y con angustia,
turban sus tristes y agrias soledades
con el jaleo quebrado de la lucha.

Riamos pues a la pobre y loca vida
que va cavando sin cesar la tumba
y nos invita al placer; cuanta ironía…,
con esta dicha ingrata nos humilla.

Que surja alegre la verdad dichosa,
que ya vendrán la fama y la riqueza,
cuando la tierra nuestro cuerpo cubra,
cuando la parca nuestros ojos cierra.

                  II

Escuchen los que tengan en el alma
la oscura duda y la disculpa grave
y hacéis, ante el rostro de la creación
de la falsa calma, el cínico alarde.

¡Quítense la careta! Es apremiante
que esta comedia permanente acabe;
levantad la frente que marcó el vicio
al paso de la huella permanente.

Si la virtud quema vuestras mejillas
y el breve rubor quema vuestra sangre.
¡Fuera la careta! La hipocresía
es infame, ruin, rastrera y cobarde.

Subid aquí: que la castidad os vea;
que vuestra tremenda vergüenza espante;
que el fulgor ilumine vuestra cara
y la tralla desgarre vuestra carne.

                  III

Sobre esta tierra solitaria y triste,
hermoso rincón del suelo riojano;
cautivo de romances que me asedian,
soy de mis versos y fortuna esclavo.
Alguna vez cuando mi pueblo llora,
llevo al viento los sones de mi canto,
como este sol que me ilumina tanto,
como este río que me circunda, amargo.

En esta tierra la inspiración se enfría,
y el talento muere escaso de ideales,
el sagrado numen extingue su luz,
y sus cráteres agotan el calor
con la robusta vibración del canto…,
que se pierde como ecos funerarios,
entre el suave murmullo de la tierra
y el perenne relinchar de los ruanos.



Logroño, 22 de noviembre de 2017

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