lunes, 27 de noviembre de 2017

TRAS AÑOS DE COMBATES...

Tras años de combates permanentes
quiero caminar como antes,
junto a la orilla de mi modesto río
que tantas veces deseé a mis condenas
el placer de sus arenas
y la tranquilidad de su soto umbrío.

Corre el agua cual nítidos cristales,
otras náyades iguales
a las que vi correr durante horas;
con ese runrún flácido y doliente,
el espíritu consciente
ve a toda una mocedad que llora…

Alzan sus brazos los nogales viejos
y en los móviles espejos,
las aguas reflejan su hermosura,
Girasoles de flores amarillas
esconden en las orillas
las salvajes lianas en su andadura.

En la contigua floresta en un hueco
se oculta en el tronco seco
ruiseñor, que al frescor de la alameda
daba arranque a mi aspiración temprana,
obras de Tirso Molina
y los cantos de José de Espronceda.

Nada cambia en este rincón tranquilo;
tampoco el canto del grillo
que en mis ratos escuché, aún persiste:
mismo lugar y paisaje, no varía;
sigue como aquel mismo día
en que le dije me voy confuso y triste.

Si estoy seguro de mí, ¿que me cuesta
si al subir la dura cuesta
parar con mis quimeras y equipaje?
si conociendo mucho y bien el camino
soy andante sin destino...,
¿qué importa lo que me cueste el viaje?

Yo arriba en lo alto, farola del hombre
que relumbra en la alta cumbre
sobre el mundo su calor sempiterno;
allí abajo lo veraz: bruma oscura
que recoge la negrura
de los días y las noches del frío invierno.

Y en la cuesta soy…, la fuerza que avanza;
tenacidad que se lanza;
alma que explora la lealtad perdida
y se hunde en la oscuridad más densa
para sentirse en la intensa
agitación del afán de la vida.

¿De donde soy? Que el pasado responda.
La cueva es oscura y honda;
pero la cima es grande ruda y clara.
Yo soy de los que en la lucha perduran,
y sin inquietarse esperan
el triunfo o el fracaso cara a cara.

Mi numen vacío que al gozo rehúsa,
fue la lastimosa musa
frente a todas las creencias turbulentas:
vestida con el yelmo refulgente
siempre caminó delante
y entre las líneas elijo las rectas.

Entretanto aquí está mi soto umbrío;
el encintado de mi río;
en la floresta un tronco abandonado;
el tilo florecido y la corriente
que aparecen de repente
como símbolos vivos caducados.

Logroño, otoño de 2017

No hay comentarios:

Publicar un comentario