martes, 7 de noviembre de 2017

RÍO CHICO DEL ALHAMA (elegía)

¡Río chico del Alhama !… Hijo del gran Ibero,
deja que mi alma se pierda entre tus temporales
y sumergirme entre tus néctares torrenciales
con el valor y el brío de este viejo celtíbero.

Sumérgete en mi boca y deja que te embeba,
para sentirte conmigo por unos momentos,
para esconderte del mundo lleno de lamentos
y ofrecerte mi veneración en esta prueba.

Descabalga un instante del lomo de la tierra,
y busca en mi codicia mi más digno secreto;
confúndeme en mi vuelo con vientos de la sierra
y déjame entre flores a modo de soneto.

¡Río chico del Alhama!…Manantial de nuestra alma,
desde que te alzaste como pétalo materno…,
fuiste tú el alimento más fiel dulce y eterno
que llenaron surcos de semilla nuestra calma,

con ella llegó la adolescencia, sorprendiendo
a mi vida prendida en tu eterno y largo viajar;
y fui tuyo mil veces, y en un bello cortejar
despertaste mi alma que yo fui correspondiendo.

¿Adónde llevaste las aguas que me bañaron?
¿Donde están las espigas de oro que se regaron
con tu dulce néctar y al sol del estío secaron?
En lo más remoto del orbe, allí las dejaron.

¡Quien sabe en que lugar lejano de la tierra
me estaré vertiendo para sembrar nuevos surcos!
¡A lo mejor vago por lugares ibéricos
o a lo mejor, harto de vagar lloví en la sierra!

¡Río chico del Alhama!...Garzo, Gris, Rojo, Negro…
Espejo azulado caído del grisáceo cielo;
desnudo y líquido néctar, jugo de anhelo…,
bruto torrente de barro que vomita el cerro.

¡Río chico, río grande! Llanto grande Alhameño.
Tú eres el más excelso, con todos nuestros llantos
habidos por absorber tus dulces pechos castos.
El más sensacional maná del río mas pequeño.

¡ RÍO ALHAMA!
Yo te contemplé desde que naciste Alhama,
y te llevé y llevaré siempre dentro de mi alma
pues supiste regar y saciar con mucha calma
el terrón que el pueblo riega contigo ¡Alhama!

¡Río Alhama!… Alárgate por siempre en mi vida.
¡Río Alhama!… Alárgate siempre en mi corazón,
quiero que descubras por ti mismo la razón
por la que mis ojos te dieron la bienvenida.

El recuenco agreste que acaricias es un lazo,
y en tus rumorosas palabras que corren con brío
e ímpetu en la corriente, llevas amor de tu río
y el beso desbocado del viento en un abrazo.

Un día tú me besaste despertando mi calma;
y también me besaste con un beso impoluto,
besos llenos de amor a mi espíritu enjuto.
El beso del río, la caricia al hombre por su alma.

¡Río Alhama!… Yo fui contemplándote en tu ánimo
desde las alturas más excelsas de este valle,
donde resurgiste a mi presencia con detalle
y al sentirme enroscado a ti me entregué con mimo.

¡Quien sabe si al bajar de la grupa de la tierra
para arrebujarte en mis pies con loco delirio,
te humanizaste y brotaste en corriente de río
al que poco a poco bajaste desde la sierra…

Una vez me sorprendiste con un aguacero
violando resplandores y callando susurros,
mientras, yo me entregaba a tus grandes suspiros
que subieron por mis venas con un beso fiero.

¡Río Alhama! Río mio. ¡Valle del Alhama! Valle mio.
¡Qué hermoso se te ve tan verde y en calma!
















Inestrillas, otoño de 2017

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