viernes, 1 de enero de 2016


CONFIDENCIAS A UNA ESTRELLA


Avanza mi blanca estrella,

yo siempre te veré bella,

aunque tú te sientas triste,

a tu paso dejas huella...,

por el cielo azul celeste.
 

Hoy vengo feliz mi amor,

sin el dolor que antes venía;

siempre veré en ti el primor

enlazado a tu resplandor

y tu frente, frente a la mía.

Cruzando por ese cielo,

das con tu fulgor la calma;

paso yo por este suelo,

llevando con mi desvelo

todas las sombras del alma.

Dame siempre tu luz bella;

mi ánimo está sin amor,

me deslumbrarás estrella,

si pones en cada huella

remedio para mi dolor.

¡Tierno amor! ¡grata inocencia!

¡Guía blanca! ¡Manía hiriente!

¿Por qué burlas la existencia,

si una robusta vivencia

va envejeciendo tu frente?

¡Aquellos felices años,

aquel encomendarse a Dios,

sin cosechar desengaños,

en esos goces extraños

sin enloquecernos los dos!

Toda tu faz y destello,

el alto faro alumbró;

¡qué dulces sueños aquellos,

envidiables, tiernos, bellos,

para siempre se quebró!


Pensaba que al final del día

por estos lugares vendría,

jamás como antes lo hacía,

aquella estrella que fue mía,

con otro astro se marcharía.

¡Cuanto amor, cuanto embeleso!

Suspirando por complacer,

dejaste en mi rostro un beso;

por eso amada, por eso

no te volveré más a ver.

Y ahora, fiel y amorosa,

pone en otro ojos fijos.

¿Pondrá boca cariñosa

la dignidad de la esposa

para besar a sus hijos?

Son sus rayos blanquecinos

candil y calor de hogar;

arrima nuestros caminos,

y a nuestros ojos divinos

favorecen al caminar.


Si caminas blanca estrella,

por el cielo azul celeste,

no dejes ninguna huella...,

así te veré más bella,

y no me verás tan triste.

Tu que escuchaste el canto

de mi primera admiración,

compartirás mi quebranto,

ilumina el agrio llanto

que brota en mi corazón.



Logroño, 20 de diciembre de 2015




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