viernes, 15 de enero de 2016




                MADRE NATURA


Querido Valle: Triste y soñoliento

quiero volver a sentir tu regazo;

besar tu suelo, escuchar tu lamento

y notar la dulzura de tu abrazo.


Tú no varias, ni mudas, ni encaneces;

en ti se halla la bondad perdida,

siempre lozano y joven apareces

entre las vastas penas de la vida.


Con todo el furor que mi ser consume

quiero recostarme sobre tu lecho,

como el niño que de madre presume

buscando el calor de su dulce pecho.


¡Quiero tu luz, tu sol y el prado verde!

¡Horizonte garzo que la limite,

sombra para pensar cuanto recuerde,

cielo para juzgar cuanto medite!


Abre, hospedería, tu casa muda,

tus tranquilas y extensas soledades,

y deja que mi llegada sacuda

el pesado agobio de las ciudades.


Ya no quiero combatir: en mi brota

el tremendo dolor de mi herida,

y quedo caído, con el alma rota,

en la espantosa guerra de la vida.



Logroño, enero de 2016










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