domingo, 3 de enero de 2016


      
          EL CANTO DE MARTÍN FIERRO
 
 
              Cuando leo a Martín Fierro     

pongo carne de gallina,

y no encuentro medicina

que me arregle este cotarro

aunque tome una aspirina.


Y aunque nací en el Alhama

y mi pueblo es Inestrillas,

soy cuna de mil letrillas

como Casona en la “Dama”

o Bretón en Tonadillas.


Atiendan pues los lectores

y miren bien los fisgones,

a todos pido perdones;

pues si son observadores

quitemos las tentaciones.


Al cantor le llaman bueno

si es uno de los mejores,

pues si es uno de los piores

porque cantando es un trueno

lo corren a gorretones.


Por eso cuando yo canto

canto a chorro como un gaucho,

y no ladro como un chucho

de esos que escuchan el llanto

de vihuela o sacabucho.


Me fui del poblacho a medrar

-que es una cosa muy dicha-

más el riesgo se encapricha

y me persigue el azar

ante toda mi desdicha.


Pasé los días odiosos

intentando recuperar

y ver si me puedo olvidar

de desgraciados acosos

templando de nuevo al cantar.


Y si vos no tenéis cuajo

pa seguir juerga y jarana

o si al entonar no mana

un buen chorro en tiempo bajo

que se temple de mañana
 
              o que se vaya al carajo.




Logroño, enero de 2016


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