sábado, 9 de enero de 2016


PARA ESE DÍA

Morir quisiera al agotarse el día

en mi valle amado y mirando al cielo,

donde parezca un sueño la agonía

y mi alma el ave que remonta el vuelo.
 

No quisiera oír en esos instantes

entre rosales, cielo y amapolas,

ni voces ni plegarias sollozantes,

solo el dulce canto de las aves solas.
 

Morir cuando la luz, su luz retira

en las doradas redes de la onda verde,

y ser como el sol que tardo respira:

algo refulgente que se pierde.
 

Extinguirse antes de que se destruya

el tiempo etéreo de la noble corona,

cuando la vida dice... “Aún soy tuya”,

y aunque, entendamos que nos traiciona.




Logroño, 8 de enero de 2016


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