jueves, 11 de enero de 2018

DE ESCAPADAS Y POETAS

Las noches tupidas del verano saben que la escayola que envuelve las ramas rotas de los árboles se le llama remedio, aunque no lo sea. Que esperamos a un ángel-paloma que diga a las rosas violetas, valientes a los desertores, puras a las putas, estúpidas a las monjas, sanos a los pecadores y locos a los poetas. Porque de todos es bien sabido que para serlo, hay que estarlo, pero lo que nadie sabe, es que sentirlo, sentir la loca carne de la palabra entrarle a uno por los ojos y sanarle el alma y violarle el pecho hasta arrancarle lágrimas doradas, azules y locas, locas de verdad, es la bendición más alta que uno pueda desear en vida y eso vale más que todo lo que tenemos, si no resulta ser iluminado con esta bella enfermedad de locura nuestra, la de ser poeta.

Un poeta nunca miente, porque la verdad nace en él.
Cada suspiro que nace de él va a sus sus manos y la hace la palabra.
Un poeta nunca calla, pues desde su silencio las palabras alimentan
bocas sedientas de confundir la verdad por las calles.
Un poeta no sobrevive, solo sobremuere
el dolor es su combustible y la palabra su mejor aliada.

Logroño, 8 de enero de 2018

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